El monstruo de Australia y el de Japón paseaban por la selva brasileña en un día muy caluroso cuando se encontraron con el monstruo de Brasil y el de Uruguay.
─ ¿Pero qué haces? ¿Por qué nos miras así? ─ dijo el monstruo australiano al de Uruguay.
─ No lo sé, parecéis muy furiosos ─ respondió.
─ No, no estamos furiosos. Estamos buscando a un caballo con ruedas para montarnos y correr al trote ─ dijo el monstruo de Japón.
─ Por aquí acaba de pasar el dragón de dos cabezas. Pero no hemos visto al caballo con ruedas ─ dijo el monstruo brasileño. Si queréis podemos ayudaros a encontrarlo ─ continuó diciendo.
Los cuatro monstruos comenzaron a caminar juntos.
El monstruo australiano tenía los dientes hacia afuera y sudaba como un pollo. El de Japón tan solo tenía tres pelos en la cabeza. El uruguayo tenía la boca como un tiburón y sus orejas eran muy pequeñas. Y el de Brasil no tenía nariz y sus ojos eran saltones.
Estuvieron andando durante mucho tiempo. Por el camino iban hablando de las cosas malas que les habían ocurrido en sus vacaciones. A uno de ellos se le cayó el helado. Otro, tropezó con una lata. Al de Uruguay un escorpión le dio un pellizco en la cara cuando intentaba ponerle un bigote postizo. Y al de Japón le había perseguido una espada sierra; quería pillarlo para cortarle la cabeza. Sus vacaciones habían sido fatales. A ver si ahora tenían suerte y encontraban al caballo con ruedas.
Después de tanto andar llegaron a una playa. Cerca del agua encontraron al caballo con ruedas. Estaba atascado en la arena y su motor se había estropeado. Durante el resto del día y la noche los cuatro monstruos estuvieron arreglando el motor del caballo.
A la mañana siguiente el caballo funcionaba sin ningún problema. Los monstruos de Australia y de Japón estaban muy contentos porque podrían participar en la gran carrera de caballos de ruedas con motor. El de Brasil y Uruguay también participarían con su caballo de 10 ruedas.
El día de la carrera los monstruos estaban muy nerviosos. Cuando dieron la salida, el caballo que salió primero fue el de las 10 ruedas. Pero muy cerquita le seguía el caballo australiano/japonés.
Durante la carrera tuvieron que atravesar muchas trampas: la de los columpios de hachas, la de los esqueletos lanzando dardos venenosos, la de las puertas que se cerraban sin avisar, la de las paredes y techos aplasta todo…
Los dos caballos salvaron todas las trampas y llegaron juntos a la meta. Los cuatro monstruos celebraron el triunfo cantando una canción que decía:
─ ¡Hemos ganado, hemos ganado! ¡Qué contento estamos, qué contento estamos!
Sergio Gómez Quintero y papá (4 de septiembre de 2018)
¡Vaya!, parece que Sergio ha dejado su famoso seudónimo literario de Sergitok entre los bártulos vacacionales, ¿no es cierto?
Un monstruoso abrazo.
Fede
Me gustaMe gusta
Muy observador Fede!! Efectivamente, Sergio ha querido abandonar su pseudónimo. Se ve que está entrando en una etapa de creación más madura jejeje
Me gustaMe gusta