La hormiga Luisa

La hormiga Luisa, nació en Egipto. Era de color azul y tenía todo el cuerpo lleno de puntitos morados. Iba andando por el desierto deprimida porque estaba sola. Quería encontrar a su amiga el pez de arena.

Andando y andando tropezó con una piedra y rodó por la ladera de una gran duna de arena. Cuando pudo levantarse, se pegó un susto de muerte. Una gran cobra cornuda intentó darle un bocado en el trasero.

– ¡Pero qué haces cobra cornuda! ¡No ves que soy muy pequeña para ti! – dijo la hormiga con los ojos desencajados.

– Pues llevas razón – contestó la cobra.

– Si quieres puedes acompañarme a buscar a mi amiga el pez de arena. Hace mucho tiempo que no la veo por el desierto y estoy un poquito preocupada – dijo Luisa al señor cobra.

– ¡Ah, sí! Yo la conozco ¿Dónde se habrá metido? La última vez que la vi, se marchó por allí. ¡Vamos allá! – dijo la serpiente.

Los dos nuevos amigos se fueron juntos a buscar al pez de arena. Por el camino se encontraron con un escorpión de cola gorda.

– ¡Ehhhh, disculpe señor escorpión! ¿Ha visto usted pasar por aquí nadando a mi amiga el pez de arena? – preguntó la hormiga.

– Pues sí, acaba de pasar por aquí. Iba corriendo que se las pelaba. Se fue por allí. Venga os acompaño a buscarla – dijo el escorpión.

Y juntos, los tres, salieron a la búsqueda de Catalina. Así se llamaba la amiga de Luisa.

– ¡Catalinaaaaaaaaa, Catalinaaaaaa! – gritaba la hormiga

– ¡Luisaaaa, creo que he visto algo! Vamos, corred, seguro que es Catalina – dijo la cobra cornuda.

Corriendo y corriendo llegaron a lo alto de una duna gigante. Desde allí arriba vieron a Catalina de lejos.

– ¡Catalinaaaa espéranos ahí! – dijo el escorpión de cola gorda.

Catalina se quedó inmóvil. Parecía una roca. Cuando llegaron sus amigos Catalina no les hizo ni caso. Todos pensaron que su amiga se había quedado sorda. En ese momento, aparecieron cuatro lagartos cornudos lanzando chorros de sangre por los ojos.

Por fin supieron lo que le pasaba a Catalina. Huía de los lagartos cornudos.

Sus amigos se asustaron mucho y decidieron esconder a Catalina en la madriguera del señor cobra. Por fin, estaba fuera de peligro.

– ¡Iros todos de aquí y no regreséis! – gritó la hormiga Luisa con todas sus fuerzas.

Sorprendidos, los lagartos cornudos, se fueron a sus casas sin avisar y nunca más volvieron a verlos por allí.

Sergitok Gómez Quinterillo y papá (19 de febrero de 2018)

NOTA: «Sergitok Gómez Quinterillo» es la manera con la que quiere firmar sus historias. Así que, como ayudante que soy, cumplo sus órdenes 😉

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